viernes, 3 de julio de 2009

Aquellos árboles...


Aquellos que me vieron crecer,
que presenciaron los primeros baños
y animaron nuestras brazadas mientras aprendíamos a nadar.

Que cubrieron con su sombra las calurosas tardes de verano,
dando cobijo al seseo incesante de las chicharras
y nos anunciaron los otoños con sus hojas caducas

agitadas al viento entre sus ramas.


Aquellos árboles siguen allí, inermes, impasibles,
susurrando a quien sepa entenderlos,
contemplando el eterno paso del tiempo...


Y en lo efímero de la vida
en la que todo a su alrededor ya ha cambiado,

reinician de nuevo su ciclo, esta vez, junto a mis hijos.

2 comentarios:

Sinuhe dijo...

:) Bonito modo de homenajear a estos ciclos fantásticos de la vida. Parecen muy saludables estos árboles, espero que la historia se repita y que vuelvas a reescribir estas palabras incluyendo la palabra nietos. :)

Un saludo

BeTina dijo...

Los árboles tienen esa Magia, de ser los testigos de la transformación.
Saludos, JuanJo!!
BeT