jueves, 27 de septiembre de 2007

GPS Fujitsu-Siemens Pocket Loox N100


Debo reconocer que no era demasiado entusiasta por los navegadores GPS para coche, puesto que no trabajo en la carretera, y hasta ahora, la percepción que tenía sobre ellos era más de una "pijada" que una herramienta útil para mí. Mi primer contacto real con uno fue con el NAVMAN F20 que tuve ocasión de probar y comentar.


La situación ha cambiado, al ser tentado de nuevo por las "Tecnogangas" del Club Carrefour, http://www.carrefour.es/clubcarrefour/. Como pasó con el sintonizador TDT de Siemens, un descuento del 40% que dejaba este aparatito al goloso precio de 107 Euros ha sido demasiado irresistible para mi vertiente Geek, je. (Hasta el 2 de octubre podréis encontrar la oferta). Sabiendo que cuando salió a mediados de 2006, el precio era de unos 330Euros...


Introducción

Centrándome en el "cacharrito", (en adelante N100), se trata no sólo de un GPS para el coche, sino también una PNA (Personal Navigation Assitant), o sea, que se puede usar también con la bici, o caminando a pie. La ventaja principal está en su tamaño, poco más que un móvil, que cabe en el bolsillo, pero con una pantalla suficiente como para verlo con claridad en cualquier situación. Eso sí, para introducir las direcciones y operar los menús en la pantalla táctil, a veces es mejor utilizar el lápiz apuntador que trae, mejor que con los dedos. Estos detalles son los que me aportan más utilidad, puesto que segúramente lo utilice 50% en el coche, y 50% para paseos y rutas de senderismo. (Para eso es necesario introducirle un programa específico que comentaré después).


Tamaño pequeñito

La descripción del N100 está detallada en la web del fabricante: AQUI;. Aparte del programa de navegación de la marca NAVIGON es un reproductor de MP3, fotos y vídeos, que puede darnos el apaño como tal. El pack viene muy completo, tarjeta MiniSD de 1Gb, con cargadores para casa y coche, soporte-ventosa bastante resistente, dos carcasas de colores intercambiables (como los móviles), auriculares con sistema de colgante, módulo TMC (generalmente es opcional, aquí de serie. Es para recibir a tiempo real noticias sobre atascos y recalcular el camino. No lo he probado pero parece esperanzador, si realmente la D.G.T. da esa información) y los mapas de 37 países.
Navegación

La experiencia de uso, para mí bastante bien. Las indicaciones son precisas, claras, el camino se ve muy bien y aunque te da indicaciones de voz que se oyen pese al aparente pequeño altavoz, es mejor la guía del mapa. El recálculo de las rutas es rapidísimo, y tras actualizarle el mapa a 2007 (el que trae es de junio de 2006), la verdad me ha sorprendido con los caminos elegidos para cruzar la ciudad por lo acertado de la elección. Se puede personalizar mucho la información durante el viaje (aparte de lo que es el guiado en sí, te da la velocidad real, distancia al destino, cuánto falta, altitud, brújula, nombre de las calles y carreteras por donde vas...).
A objetar: a veces tarda un poco en "pillar" la señal de radio de los satélites GPS. La información que da de los POIs es escasa y por lo que he leído por ahí, añadirle nuevos es complicado. Queda pendiente!.
Comparativa con otros GPS

Si hago una comparativa con los dispositivos parecidos que hay en el mercado actualmente, en el mismo Carrefour venden el SUPRATECH Actea 139Euros (Anunciado en Tele 5), que tiene sólo 512 Megas, y mapas de España y Portugal, exclusivamente, eso sí, con radares fijos. Recordar que independientemente de las funcionalidades, la cartografía es lo más valioso de estos dispositivos. La hemos necesitado en nuestro viaje a Polonia, precísamente, y es lo que luego cobran "a precio de oro" los fabricantes.

Con respecto al Navman F20 (189Euros actualmente), el sistema de navegación es mejor, e incluye los radares (el N100, creo que no, al menos no sale uno que tengo al lado de casa, y el F20 sí). Por contra, su memoria es de 256Megas y sólo mapas de España y Portugal.
Independientemente, otro detalle que me ha hecho decidirme por la compra del N100 es que se puede "destripar". La mayoría de estos dispositivos son ordenadores con un sistema operativo interno, que suele ser Windows. Es el caso del N100. Instalando un pequeño parche, se puede activar el acceso al Windows CE integrado (Parecido al Windows 2000), y a partir de ahí, instalarle todo tipo de programas para aumentar sus prestaciones hasta casi asemejarlo a una PDA en toda regla. Notar que el Supratech también se puede desbloquear.

Personalización / Mejoras para el GPS/PNA Fujitsu-Siemens Pocket Loox N100

Para realizar estas modificaciones al N100 me he dado un repaso por varias páginas y foros. Casi todo está en inglés y/o francés (se ve que utilizan los GPS a saco, seguramente por eso son líderes los fabricantes de allí). Es por eso que he compilado aquí a modo de resumen mis averiguaciones para aquél que se lo haya comprado lo tenga más sencillo.

- Actualización del Sistema y Navegador: Descargar AQUI (ENLACE ACTUALIZADO)
Este paso es casi obligatorio, cuando lo compras, tanto el firmware como el programa navegador que traen de fábrica están desfasados. Es necesario descargar y actualizar el sistema. La versión final es la 1.57 para el firmware y 6.1 para el Navigon.
Breves instrucciones:
-Descargar el paquete
-Conecta el N100 al USB de tu ordenador. Te aparecerá como una unidad de almacenamiento externo tradicional.
-Copia ahí los archivos que están dentro del paquete, o sea, descomprímelo previamente.
-Ahora es necesario hacer un reset especial para que se lance: Pon el botón HOLD activado (está al lado del de encender). Presiona el de apagar y sin soltar, hay que punzar en el agujerito de reset. Este está por la parte de atrás y para darle o usas un alfiler o desenroscas la cabeza del lápiz apuntador suministrado, que precísamente en el extremo tiene un palito al efecto. En cuanto le des deberá aparecer una pantalla de Fujitsu y los mensajes de actualización. Puede tardar unos minutos, paciencia. Al final, soltar el boton HOLD y de nuevo apagar/encender.

-Nota: Para poder actualizar tuve que borrar uno de los mapas que venían en el N100 (Italia), pues no tenía espacio. Como trae un DVD con los 37 países, posteriormente se le puede reponer.

##Actualización: Hay dos versiones del parche, una si te funciona la conexión USB y la otra, para copiar directamente sobre la tarjeta SD (necesitarás un lector/grabador de tarjetas). Usa la que te venga mejor según cada caso.

- Parche para acceso al Windows CE integrado: Descargar (enlace roto)
##Actualización: Descarga el fichero de parche desde aquí


Opcionalmente se puede desbloquear el N100 para acceder al WindowsCE y poder personalizarlo e instalar programas nuevos. Para ello hay que instalar este parche. Basta copiar el archivo .CAB en la unidad vía cable USB como anteriormente. Y sólo hay que pulsar con el palito el botón de reset para que se aplique. Verás el logo de Navigon, un mensaje de actualización y listo. Apaga y enciende dos veces y entoces, arrancará en el escritorio de Windows en lugar del GPS. Hay un icono en el escritorio para lanzar la aplicación, como si nada hubiera pasado. OJO: una vez desbloqueado el Windows CE, el comportamiento de la conexión USB cambia. No podrás acceder a la tarjeta de memoria como antes. Necesitarás obligatoriamente utilizar el ActiveSync de Microsoft. Como ventaja de esto, podrás acceder entonces, no sólo a la tarjeta sino también a la memoria interna. (64Mb donde reside el sistema operativo. Por entendernos, la unidad C: del N100).
- Descarga de sistema ActiveSync 4.5 para conexión USB: Descarga AQUI

No tiene pérdida la instalación. Es un programa para tu Windows 2000/XP que se abrirá en el momento de detectar que enchufas el N100 al USB. A partir de entoces en el Explorador de archivos aparecerá un "Dispositivo movil" donde poder copiar carpetas, archivos, etc. Importante, avisar que al tener acceso completo al sistema, también están disponibles los archivos de configuración del windows. Ojo con lo que se toca que podríamos estropearlo... y aquí no hay disquete de 3 1/2 para arrancar, je,je...
- Desactivar Navegación Estática (Static Navigation), para usarlo a pie o en bicicleta, debe desactivarse una limitación que ralentiza la actualización del GPS si se camina a menos de 3 Km/hora.

Por lo que he leído, esto es necesario para usarlo como GPS a pié. Aún no lo he probado en este sentido, así que este apartado lo completaré más adelante.

Detalle acceso al Windows CE de base

Programas que se le pueden añadir (Comprobado que funcionan)

- Notepad: http://tillanosoft.com/ce/pnotepad.html

- Navegador para senderismo gratuito: Noni GPSPlot : http://aeguerre.free.fr/Public/PocketPC/NoniGPSPlot/index.php

- Poi Warner 3 : http://www.navigating.de/cms/index.php?id=3142 (para meter los RADARES y otros puntos de interés, como supermercados, cajeros, etc.)
La lista de radares que más me ha gustado en http://www.puntosdeinteres.es/categorias/automovil/automovil.html
- El formato de archivos de POIs generalmente es OV2 nativo de Tom Tom. Por ello deben ser convertidos a formato texto .ASC con el programita PoiEdit (http://www.poiedit.com/)

## Actualización: Nuevo navegador IGO8. Ver post sobre instalación, (AQUI)

- Más enlaces:  Foro en GPSPASSION



Detalle del reproductor de MP3. Botoncitos en la pantalla táctil, esta vez, grandes y vistosos.

lunes, 24 de septiembre de 2007

Google Lunar X Prize


Acabo ya esta miniserie de post relativos a la Luna con esta apasionante noticia que salió a luz pública el pasado 13 de septiembre 2007. Quizás todo lo que he imaginado en mis anteriores escritos esté más próximo de lo que pensabamos a primera vista. Al menos el comienzo del viaje a las estrellas ...

La "todopoderosa" GOOGLE ha decidido patrocinar el premio Lunar X PRIZE consistente en 20 millones de dólares a la primera empresa privada que antes de finales de 2012, coloque sobre la superficie de la Luna un robot autónomo capaz de realizar un recorrido de al menos 500 metros y transmitir a la tierra vídeo en alta definición y datos equivalentes a 1Gb de información. Si además se consiguen algunas misiones habrá bonificaciones de 5 millones por cada una, como por ejemplo, recorrer más de 5 Km, descubrir el supuesto hielo en los cráteres, o "sobrevivir"/resistir a las bajas temperaturas de la noche lunar.

Je!, los de Google son auténticos Geeks!!, apostando por ideas tan revolucionarias... Parecerá un chiste, pero con un premio similar (Ansari X PRIZE ) se consiguió la primera nave espacial para vuelos turísticos fuera de la atmósfera, en gravedad cero. Se trata de una Fundación, X-PRIZE que persigue el desarrollo tecnológico a la antigua usanza, como cuando en los años 20 se premiaba al primero que .... sobrevolara el atlántico, etc. Dado que los gobiernos están dejando algo de lado la inversión en investigación al no existir una competencia real entre USA y la Antigua Unión Soviética, este tipo de incentivos no hay duda de que "refrescan" la carrera espacial.

Muchísima más información aquí: http://www.googlelunarxprize.org/lunar/intl/esp

No pienso perderme los detalles del concurso, je, a falta de poder participar.... je, je! (sólo quedan 5 añitos)

sábado, 22 de septiembre de 2007

El Centinela


"La próxima vez que vean ustedes la luna llena brillar alta en el sur, examinen atentamente el borde derecho y dejen resbalar la mirada a lo largo de la curva del disco. Allá donde serian las dos si nuestro satélite fuera un reloj, observarán un minúsculo óvalo oscuro; cualquiera que posea una vista normal puede descubrirlo. En una gran llanura rodeada de montañas, una de las más hermosas de la Luna, conocida con el nombre de Mare Crisium: el Mar de las Crisis. Casi quinientos kilómetros de diámetro, rodeada por un anillo de magnificas montañas, no había sido explorada nunca hasta que nosotros penetramos en ella a finales del verano de 2016.

Nuestra expedición había sido cuidadosamente planeada. Dos grandes cargueros habían transportado nuestras provisiones y nuestro equipo desde la base lunar del Mare Serenitatis, a ochocientos kilómetros. Disponíamos además de tres pequeños cohetes destinados al transporte a cortas distancias en regiones en las que era imposible servirse de los vehículos de superficie. Afortunadamente, la mayor parte del Mare Crisium es llana. No existen allí esas enormes grietas tan frecuentes y tan peligrosas en otras partes, y los cráteres o elevaciones de una cierta altura son bastante raros. A primera vista, nuestros potentes tractores oruga no tendrían la menor dificultad en conducirnos hasta donde quisiéramos ir.

Yo era el geólogo, o selenólogo, si quieren ser ustedes pedantes, jefe del grupo destinado a la exploración de la zona sur del Mare. Habíamos recorrido un centenar y medio de kilómetros en una semana, bordeando los contrafuertes de las montañas que dominaban la playa de lo que, muchos millones de años atrás, había sido un antiguo mar. Cuando la vida se había iniciado en la Tierra, aquel mar estaba ya moribundo. El agua se retiraba de los flancos de aquellas maravillosas escolleras para fluir hacia el vacío corazón de la Luna. Sobre el suelo que estábamos recorriendo, el océano que no conocía mareas había alcanzado en su tiempo una profundidad de ochocientas metros, y ahora la única huella de humedad que podía hallarse era la escarcha que descubrimos a veces en las profundidades de las cavernas, donde jamás penetra la luz del sol.

Habíamos comenzado nuestro viaje al despuntar el alba lunar, y nos quedaba aún casi una semana de tiempo terrestre antes de que la noche cayera de nuevo. Descendíamos de nuestros vehículos cinco o seis veces al día, vestidos con nuestros trajes espaciales, y nos dedicábamos a la búsqueda de minerales interesantes, o plantábamos señales indicadoras para guiar a futuros viajeros. Era una rutina monótona y carente de excitación. Podíamos vivir confortablemente al menos durante un mes en el interior de nuestros tractores presurizados, y si nos ocurría algún percance siempre nos quedaba la radio para pedir ayuda, tras lo cual no teníamos otra cosa que hacer más que aguardar la llegada de la nave que acudiría a rescatarnos.

Acabo de decir que la exploración lunar es una rutina carente de excitación, y no es cierto. Uno nunca se cansa de contemplar aquellas increíbles montañas, tan distintas de las suaves colinas de la Tierra. Al doblar un cabo o un promontorio, uno nunca sabía que nuevos esplendores nos iban a ser revelados. Toda la parte meridional del Mare Crisium es un vasto delta donde, hace mucho tiempo, algunos ríos desembocaban en el océano, quizás alimentados por las torrenciales lluvias que habían erosionado las montañas durante el corto período de la era volcánica, cuando la Luna aún era joven. Cada uno de aquellos antiguos valles era una tentación, un desafío a trepar hasta las desconocidas mesetas que había más allá. Pero teníamos aún un centenar y medio de kilómetros que cubrir, y todo lo que podíamos hacer era contemplar con envidia aquellas cimas que otros escalarían.

A bordo del tractor vivíamos según el tiempo terrestre, y a las 22 horas exactamente enviábamos el último mensaje por radio a la Base y terminábamos nuestro trabajo. Afuera, las rocas seguían ardiendo bajo un sol casi vertical; para nosotros era de noche hasta que nos despertábamos de nuevo, tras ocho horas de sueño. Entonces uno de nosotros preparaba el desayuno, se oía un gran zumbido de afeitadoras eléctricas, y alguien conectaba la radio que nos unía a la Tierra. Realmente, cuando el olor de las salchichas cociéndose comenzaba a llenar la cabina, a uno le resultaba difícil creer que no habíamos regresado a nuestro planeta. Todo era tan normal, tan familiar, excepto la disminución de nuestro peso y la lentitud con que caían todos los objetos.

Era mi turno de preparar el desayuno en el ángulo de la cabina principal que servía como cocina. Pese a los años transcurridos, recuerdo con extrema claridad aquel momento, porque la radio acababa de transmitir una de mis canciones preferidas, la vieja tonada gala David of the White Rock. Nuestro conductor estaba ya fuera, embutido en su traje espacial, inspeccionando los vehículos oruga. Mi asistente, Louis Garnett, en la cabina de control, escribía algo relativo al trabajo del día anterior en el diario de a bordo.

Como cualquier ama de casa terrestre mientras esperaba a que las salchichas se cocieran en la sartén dejé que mi mirada vagase sobre las montañosas paredes que cercaban el horizonte por la parte sur, prolongándose hasta perderse de vista por el este y por el oeste. Parecían no estar a más de tres kilómetros del tractor, pero sabía que la más próxima estaba a treinta kilómetros. En la Luna, por supuesto, las imágenes no pierden nitidez con la distancia, no hay ninguna atmósfera que atenúe, difumine o incluso transfigure los objetos lejanos, como ocurre en la Tierra.

Aquellas montañas se elevaban hasta tres mil metros, surgiendo abruptas de la llanura como si alguna erupción subterránea las hubiera hecho emerger a través de la corteza en fusión. No se podía ver la base ni siquiera de la más próxima, debido a la acusada curvatura de la superficie, ya que la Luna es un mundo muy pequeño y el horizonte no estaba a más de tres kilómetros del lugar donde yo me hallaba.

Levanté los ojos hacia los picos que ningún hombre había escalado nunca, aquellos picos que, antes del nacimiento de la vida sobre la Tierra, habían contemplado como se retiraba el océano, llevándose hacia su tumba la esperanza y las promesas de un mundo. El sol golpeaba los farallones con un resplandor que cegaba los ojos, mientras que, un poco más arriba, los estrellas brillaban fijas en un cielo más negro que la más oscura medianoche de invierno en la Tierra.

Iba a girarme, cuando mi mirada fué atraida por un destello metálico casi en la cima de uno de los grandes promontorios que avanzaba hacia el mar, cincuenta kilómetros al oeste. Era un punto de luz pequeñísimo, carente de dimensiones, como si una estrella hubiera sido arrancada del cielo por aquellos crueles picos, e imaginé que una roca excepcionalmente lisa captaba la luz del sol y me la reflejaba directamente a los ojos. Era algo que sucedía a menudo. Cuando la Luna entra en su segundo cuarto, los observadores de la Tierra pueden ver a veces las grandes cadenas del Oceanus Procellarum, el Océano de las Tormentas, arder con una iridiscencia blancoazulada debida al reflejo del sol en sus laderas. Pero sentía la curiosidad de saber que tipo de roca podía brillar allá arriba con tanta intensidad, de modo que subí a la torreta de observación y orienté nuestro telescopio hacia el oeste.

Lo que vi fué suficiente para despertar mi interés. Los picos montañosos, claros y nítidos en mi campo de visión, parecían no estar a más de ochocientos metros de distancia, pero el objeto que reflejaba la luz del sol era aún demasiado pequeño para poder ser identificado. Sin embargo, aunque no pudiera distinguirlo claramente, si podía darme cuenta de que estaba povisto de una cierta simetría, y la base sobre la que se hallaba parecía extrañamente plana. Estuve observando durante un buen rato aquel brillante enigma, aguzando mi vista en el espacio, hasta que un olor a quemado proveniente de la cocina me informó que las salchichas del desayuno habían hecho un viaje de casi cuatrocientos mil kilómetros para nada.

Mientras avanzábamos a través del Mare Crisium, aquella mañana con las montañas irguiéndose a occidente, discutimos sobre el caso, y continuamos discutiendo a través de la radio cuando salimos a realizar nuestras prospecciones. Mis compañeros sostenían que había sido probado sin la menor sombra de duda que jamás había existido ninguna forma de vida inteligente en la Luna. Las únicas cosas vivas que habían llegado a existir eran algunas plantas primitivas, y sus antecesoras, tan solo un poco menos degeneradas. Esto lo sabía yo tan bien como todos, pero hay ocasiones en las que un científico no debe temer al ridículo.

- Escuchad -dije firmemente-, quiero subir hasta allí arriba aunque solo sea para tranquilizar mi conciencia. Esta montaña tiene menos de cuatro mil metros, lo que equivale a setecientos con gravedad terrestre, y puedo hacérmela en una veintena de horas. Siempre he deseado escalar una de esas colinas, y aquí tengo un buen pretexto para hacerlo.

- Si no te partes el cuello -dijo Garnett-, vas a ser el hazmerreír de la expedición cuando regresemos a la Base. De ahora en adelante, esta montaña se llamará seguramente la Locura de Wilson.

- No me partiré el cuello -dije con firmeza-. ¿Quién fue el primero que escaló Pico y Helicon?

- ¿Pero no eras un poco más joven por aquel entonces? -preguntó suavemente Louis.

- Una razón de más para ir -dije muy dignamente.

Aquella noche nos acostamos pronto, tras conducir el tractor hasta unos quinientos metros del promontorio. Garnett vendría conmigo al día siguiente; era un buen escalador y había participado conmigo en otras expediciones semejantes. Nuestro conductor se sintió muy feliz de quedarse guardando el vehículo.


A primera vista, aquellas paredes parecían prácticamente inescalables, pero cualquiera que tuviera un poco de experiencia sabía que la escalada no presenta serias dificultades en un mundo donde el peso queda reducido a una sexta parte. El auténtico peligro del alpinismo lunar reside en el exceso de confianza: una caída desde cien metros en la Luna es tan mortal como una caída desde quince metros en la Tierra.

Hicimos nuestro primer alto en una cornisa a unos mil quinientos metros de la llanura. La escalada no había sido difícil, pero el esfuerzo al que no estaba acostumbrado había envarado mis miembros, y me sentía feliz de poder descansar un poco. Visto desde allí, el tractor parecía un minúsculo insecto metálico al pie de la pared. Por radio comunicamos nuestro avance al conductor antes de proseguir la escalada.

Dentro de nuestros trajes la temperatura era agradablemente fresca puesto que el sistema de refrigeración anulaba los efectos del ardiente sol y eliminaba al exterior los desechos de nuestra transpiración. Hablábamos raramente, salvo que debiéramos intercambiar instrucciones o discutir acerca del mejor camino a seguir. No sabía lo que estaría pensando Garnett, seguramente que era la empresa más absurda en la que se había embarcado. Yo no podía dejar de darle la razón, al menos en parte, pero el placer de la escalada, la seguridad de que nunca ningún hombre había llegado antes hasta allí, y la exaltante visión del paisaje eran para mi una recompensa suficiente.

No recuerdo haber experimentado ninguna excitación especial al hallarnos ante la pared rocosa que había examinado a través del telescopio el día antes, desde una distancia de cincuenta kilómetros. Se extendía hasta una veintena de metros por encima de nosotros y allá, en aquella explanada, se hallaba el objeto que me había atraído a través de toda aquella extensión desértica. Casi con toda seguridad no era más que un bloque de roca nacido en alguna época pasada a consecuencia del impacto de un meteorito, con los planos de estratificación pulidos y brillantes aún en la inmovilidad eterna e inmutable.

La roca no tenía apoyos, de modo que tuvimos que usar un garfio. Mis cansados brazos parecieron recuperar una nueva fuerza cuando lancé el ancla de tres puntas haciéndola girar sobre mi cabeza. La primera vez fallo su presa, y cayó lentamente cuando tironeamos de ella para comprobar su solidez. Al tercer intento las púas se sujetaron sólidamente y ni siquiera el peso combinado de nuestros dos cuerpos consiguió moverla.

Garnett me lanzó una ansiosa mirada. Hubiera podido decirle que deseaba subir yo primero, pero me limité a sonreír a través del cristal del casco y agité la cabeza. Luego, lentamente, sin prisas, inicié‚ el último tramo de la ascensión.

Aún enfundado en el traje espacial, pesaba tan solo veinte kilos, por lo que subí a pulso, sin enroscar la cuerda entre mis piernas ni ayudarme con los pies contra la pared. Cuando alcancé‚ el borde me detuve un instante para saludar con la mano a mi compañero, luego di el último tirón, me icé de pie sobre la plataforma, y contemplé‚ lo que había ante mi.

Hasta aquel momento estaba casi convencido de que no iba a descubrir nada extraño o insólito allí. Casi, pero no completamente, y era esa torturante duda la que me había empujado hasta aquel lugar. Bueno, la duda había sido disipada, pero la tortura apenas acababa de empezar.



Me encontraba en una explanada de unos treinta metros de profundidad. En alguna ocasión había sido lisa, demasiado lisa para ser natural, pero los impactos de los meteoritos habían mordido y cribado su superficie a través de incontables eones. Y había sido nivelada para poder sostener una estructura translúcida, burdamente piramidal, de dos veces la altura de un hombre, encajada en la roca como una gigantesca gema facetada.

Probablemente no experimenté ninguna sensación durante los primeros segundos. Luego, inexplicablemente, sentí una extraña alegría. Porque yo amaba la Luna, y ahora sabía que el musgo que trepaba en Aristarco y Eratóstenes no era la única forma de vida que había producido cuando era joven. Los antiguos y desacreditados sueños de los primeros exploradores eran ciertos. Después de todo había existido una civilización lunar, y yo había sido el primero en descubrirla. El hecho de haber llegado con un millón de años de retraso no me preocupaba; tenía bastante con haber llegado.

Mi cerebro comenzaba a funcionar de nuevo normalmente, analizando, planteando preguntas. ¿Qué era aquella construcción? ¿Un santuario... o alguna otra cosa que en mi lengua no tenía nombre? Si era una construcción habitable, ¿por qué la habían edificado en aquel lugar casi inaccesible? Me pregunté si se trataría de un templo, e imaginé ver a los adeptos de alguna extraña religión invocando a sus divinidades para que les salvaran la vida mientras la Luna declinaba con la muerte de sus océanos.

Avancé unos pasos para examinar más de cerca el objeto, pero la cautela me impidió acercarme demasiado. Entendía un poco de arqueología, e intenté establecer el nivel de la civilización que había aplanado aquella montaña y erigido aquellas superficies resplandecientes que me cegaban aún.


Pensé que los egipcios hubieran estado en condiciones de erigir una construcción como aquella, siempre que sus operarios dispusieran del extraño material que aquellos arquitectos aún más antiguos habían utilizado. Debido a que el objeto era relativamente pequeño, no se me ocurrió pensar que probablemente estaba examinando el producto de una raza más avanzada que la nuestra. La idea de que en la Luna hubieran existido seres inteligentes era ya bastante difícil de asimilar, y mi orgullo se negaba a dar el último y más humillante paso.

Y luego observé algo que hizo que los cabellos se me erizaran en la nuca, algo tan trivial e inocuo que quizá cualquier otro nunca lo hubiera visto. Ya he dicho que la explanada había sido torturada por la caída de meteoritos, de tal modo que estaba recubierta de una espesa capa de polvo cósmico, ese polvo que se extiende como un manto por la superficie de todos los mundos en los que no existen vientos que puedan turbarlo. Sin embargo, tanto el polvo como las señales dejadas por los meteoritos terminaban bruscamente en el borde de un amplio círculo en el centro del cual se hallaba la pirámide, como si un muro invisible la protegiera de las inclemencias del tiempo y del lento pero incesante bombardeo del espacio.

Sentí que alguien estaba gritando en mis auriculares, y finalmente me di cuenta de que Garnett me estaba llamando desde hacía rato. Avancé con paso vacilante hacia el borde de la explanada y le hice señas de que subiera, porque no me sentía muy seguro de ser capaz de hablar. Luego me giré de nuevo hacia el círculo en el polvo. Me incliné y tomé un fragmento de roca, y lo lancé, sin excesiva fuerza, hacia el brillante enigma. Si la piedra hubiera desaparecido al chocar contra aquella invisible barrera no me hubiera sorprendido, pero se limitó a caer al suelo, como si hubiera chocado contra una superficie curva.

Ahora sabía que el objeto que tenía ante mi no podía ser comparado con ninguna obra de mis antepasados. No era una construcción sino una máquina, que se protegía a sí misma a través de unas fuerzas que habían desafiado la eternidad. Aquellas fuerzas, cualesquiera que fuesen, seguían funcionando aún, y quizás yo me había acercado demasiado a ellas. Pensé en todas las radiaciones que el hombre había capturado y dominado en el transcurso del último siglo. Por lo que sabía, podía hallarme incluso condenado para siempre, como si hubiera penetrado en la atmósfera silenciosa y letal de una pila atómica no aislada.

Recuerdo que me giré hacia Garnett, que se había reunido conmigo y permanecía inmóvil a mi lado. Me pareció tan absorto que no quise molestarle, y me dirigí hacia el borde de la explanada esforzándome en ordenar de nuevo mis pensamientos. Allí, delante de mí, se extendía el Mare Crisium, extraño y fascinante para casi toda la humanidad, pero conocido y tranquilizador para mí. Levanté la mirada hacia la hoz de la Tierra que yacía en su cuna de estrellas, y me pregunté qué habían ocultado sus nubes cuando aquellos desconocidos constructores habían terminado su trabajo. ¿Era la humeante jungla del Carbonífero, la desierta orilla de los océanos sobre la que reptaban los primeros anfibios para conquistar la tierra firme..., o un periodo más anterior aún, el periodo de la soledad, antes de que la vida iniciara su desarrollo?

No me pregunten por qué no intuí antes la verdad, que ahora parece tan obvia. En la excitación del descubrimiento, me había convencido a mí mismo de que la aparición cristalina debía de haber sido construida por una raza que había vivido en el remoto pasado lunar, pero de pronto, con una terrible fuerza, me traspasó la certeza de que aquella raza era tan extranjera a la Luna como lo era yo.

En el transcurso de veinte años de exploraciones no habíamos hallado ningún otro rastro de vida a excepción de algunas plantas degeneradas. Ninguna civilización lunar, aún moribunda, podía dejar tan solo una única prueba de su existencia.

Volví a mirar la resplandeciente pirámide, y me pareció más extraña que nunca a cualquier cosa perteneciente a la Luna. Y entonces, de golpe, fuí sacudido por un estallido de risa histérica, provocado por la excitación y por la excesiva fatiga. Porque me había parecido que la pirámide me dirigía la palabra y me decía: "Lo siento, pero yo tampoco soy de aquí."


Hemos necesitado veinte años para conseguir romper aquel invisible escudo y alcanzar la máquina encerrada en aquellas paredes de cristal. Lo que no hemos podido comprender lo hemos destruido finalmente con la salvaje potencia de la energía atómica, y he podido ver los fragmentos de aquel hermoso y brillante objeto que descubriera allí, en la cima de la montaña.

No significaban absolutamente nada. Los mecanismos de la pirámide, suponiendo que lo sean, son fruto de una tecnología que se halla mucho más allá de nuestro horizonte, quizás una tecnología de fuerzas parafísicas.

El misterio continúa atormentándonos cada vez más, ahora que hemos alcanzado otros planetas y sabemos que solo la Tierra ha sido cuna de vida inteligente en nuestro Sistema. Una civilización antiquísima y desconocida perteneciente a nuestro mundo no podría haberla construido, ya que el espesor del polvo meteórico en la explanada nos ha permitida calcular su edad. Aquel polvo comenzó a posarse antes de que la vida hiciera su aparición en la Tierra.

Cuando nuestro mundo alcanzó la mitad de su edad actual, algo que venía de las estrellas pasó a través del Sistema Solar, dejó aquella huella de su paso, y prosiguió su camino. Hasta que nosotros la destruimos, aquella máquina cumplió su cometido. Y empiezo a intuir cuál era.

Alrededor de cien mil millones de estrellas giran en el círculo de la Vía Láctea, y, hace mucho tiempo, otras razas de los mundos pertenecientes a otros soles deben de haber alcanzado y superado el estadio en el que ahora nos hallamos nosotros. Piensen en una tal civilización, muy lejana en el tiempo, cuando la Creación era aún tibia, dueña de un universo tan joven que la vida había surgido tan solo en una infinitésima parte de mundos. La soledad de aquél mundo es algo imposible de imaginar, la soledad de los dioses que miran a través del infinito y no hallan a nadie con quien compartir sus pensamientos.

Deben de haber explorado las galaxias como nosotros exploramos los mundos. Por todos lados había mundos, pero estaban vacíos, o a lo sumo poblados de cosas que se arrastraban y eran incapaces de pensar. Así debía de ser nuestra Tierra, con el humo de los volcanes ofuscando aún el cielo, cuando la primera nave de los pueblos del alba surgió de los abismos más allá de Plutón. Rebasó los planetas exteriores apresados por el hielo, sabiendo que la vida no podía formar parte de sus destinos. Alcanzó y se detuvo en los planetas interiores, que se calentaban al fuego del sol, esperando a que comenzara su historia.

Aquellos exploradores deben de haber observado la Tierra, sobrevolando la estrecha franja entre los hielos y el fuego, llegando a la conclusión de que aquel debía ser el hijo predilecto del sol. Allí, en un remoto futuro, surgiría la inteligencia; pero ante ellos quedaban aún innumerables estrellas, y nunca regresarían por aquel mismo camino.

Así pues, dejaron un centinela, uno de los millones que deben de existir esparcidos por todo el universo, vigilando los mundos en los cuales vibra la promesa de la vida. Era un faro que, a través de todas las edades, señalaba pacientemente que aún nadie lo había descubierto.

Quizás ahora comprendan por qué la pirámide de cristal fué instalada en la Luna y no en la Tierra. A sus creadores no les importaban las razas que luchaban aún por salir del salvajismo. Nuestra civilización les podía interesar tan solo si dábamos prueba de nuestra capacidad de supervivencia, lanzándonos al espacio y escapando así de la Tierra, nuestra cuna. Este es el desafío que, antes o después, se plantea a todas las razas inteligentes. Es un desafío doble, porque depende de la conquista de la energía atómica y de la decisiva elección entre la vida y la muerte.

Una vez superado este punto crítico, era solo cuestión de tiempo el que descubriéramos la pirámide, y la forzásemos para ver lo que había dentro. Ahora ya no emite ninguna señal, y aquellos encargados de su escucha deben de haber vuelto su atención hacia la Tierra. Quizás acudan a ayudar a nuestra civilización, aún en su infancia. Pero deben de ser viejos, muy viejos, y a menudo los viejos son morbosamente celosos de los jóvenes.

Ahora ya no puedo mirar la Vía Láctea sin preguntarme de cual de esas nebulosas estelares están acudiendo los emisarios. Si me permiten hacer una comparación bastante vulgar, hemos tirado del aparato de alarma, y ahora no podemos hacer otra cosa más que esperar.

No creo que tengamos que esperar mucho."

Por Arthur C. Clarke



Este relato, escrito en 1950 por el señor Clarke, como habrás podido intuir por las imágenes, fue el orígen de la impresionante película "2001 Una Odisea Espacial", de Stanley Kubrick. (me he permitido modificar las fechas para refrescarlo un poco a nuestro milenio).

La idea de la "instalación" de un dispositivo para detectar el momento en que nuestra civilización alcance el nivel evolutivo suficiente como para estar preparada para "el salto", para el encuentro con esos seres que pudieran estar lejos, pero cerca, espectantes, en una estrella cercana... es fascinante. Como dice A.C.Clarke, una forma sencilla de establecer el punto de desarrollo sería cuando lográramos llegar a nuestro satélite, por la complejidad tecnológia que ello conlleva. (Esto me enlaza con el siguiente post que publicaré)

Pero extendiéndome desde mi post anterior, me parece aún más fascinante imaginar que el "centinela", ese dispositivo fuera precísamente la Luna. Cual maquinaria cósmica instalada para calibrar el funcionamiento de nuestra Tierra y posibilitar en él el desarrollo de la Vida, desvelar sus misterios podría significar ese salto evolutivo en nuestra especie, que alguna civilización está esperando para ponerse en contacto con nosotros.

Como en "2001", el dispositivo es un monolito negro, poliédrico, cuando el hombre lo encuentra en la Luna, éste lanza una señal de alta frecuencia hacia Júpiter. Allí espera otro, la "Puerta a las Estrellas".

viernes, 14 de septiembre de 2007

La Luna es un satélite artificial ¿!?!!

«Estudiando el resto del sistema solar,
llegamos a la conclusión de que la Luna no debería estar ahí» Isaac Asimov.


Hace tiempo tuve la oportunidad de leer un documento de esos que te dejan boquiabierto, lleno de teorías, ¿mística científica o ciencia ficción?. En este caso, se trata de una serie de anomalías astrofísicas que tiene nuestra Luna, que la hacen tan extraordinaria como para pensarse que quizás no se trate de un cuerpo celeste convencional, sino tal vez la creación de una antigua civilización que la "colocó" ahí en el cielo.

Sí, como lo lees, la Luna es un satélite "artificial"

Copio a continuación el texto, declinando toda responsabilidad sobre la constatación de las teorías. Quien quiera creer, sólo debe acudir a los libros y/o enciclopedias y contrastarlas. En Google cientos de páginas dan aún más datos.

" Tal vez cabría reconsiderar este tema si recordamos la hipótesis expuesta ya por la década del 60´ por los científicos rusos Mijail Vasin y Alexander Sherbakov, y avalada posteriormente por mas investigaciones en el campo. Dicha hipótesis cuenta con 8 postulados principales, llamados vulgarmente “misterios”, que analizan algunos de los puntos más asombrosos acerca del satélite hermano. Por cuestión de espacio y rigor científico dejaremos de lado la mayoría de las elucubraciones en cuanto a la naturaleza del astro para centrarnos en los dilemas concretos que continúan como un enigma para la ciencia actual.

1º misterio lunar: La luna antinatural o cambalache cósmico

Verdaderamente la órbita de traslación y tamaño del satélite selenita resultan físicamente casi imposible. Si fuera natural, se podría afirmar que es un muy raro capricho del cosmos. Esto se debe a que el tamaño de la Luna es una cuarta parte del de la Tierra, y físicamente, la relación de tamaños entre un planeta y su satélite es muchas veces menor. La Luna tiene una distancia a la Tierra tal que hace que ésta se aprecie igual en tamaño al Sol, pudiendo apreciar este raro fenómeno durante los eclipses lunares totales, donde la Luna tapa completamente a nuestra estrella. La misma imposibilidad matemática se da en relación al peso de ambos cuerpos celestes. Si la Luna fuese un cuerpo que en un momento determinado fue captado por la Tierra y adquirido una orbita natural, se esperaría, naturalmente, que ésta fuera elíptica. En cambio, la orbita selenita es asombrosamente circular.

2º misterio lunar: La curvatura inverosímil de la Luna

La increíble curvatura que posee la superficie lunar es inexplicable. No es un cuerpo redondo. Estudios geológicos concluyen que este planetoide es prácticamente una esfera hueca. Siendo así, los científicos no logran dilucidar cómo es que la Luna puede soportar esa extraña estructura sin romperse. Una explicación propuesta por los científicos citados es que la corteza lunar esté fabricada de un armazón duro de titanio. De hecho, se ha comprobado que la corteza y las rocas lunares poseen un extraordinario nivel de titanio. La capa de titanio estimada por los rusos Vasin y Sherbakov es de unos 30 Km de espesor.

3º misterio lunar: Los cráteres lunares

La explicación a la inmensa cantidad de cráteres de meteoritos en la Luna es conocida ampliamente: ésta carece de atmósfera. En la Tierra, la gran mayoría de los cuerpos espaciales que intentan penetrar se topan con kilómetros de atmósfera, que terminan por desintegrar al “invasor”. La Luna no tiene tal capacidad por lo que guarda en su superficie las cicatrices de todos los meteoritos que impactaron contra ella: cráteres de todos los tamaños. Lo que sí resulta inexplicable es la poca profundidad a la que pudieron penetrar dichos cuerpos. Es como si realmente una capa de materia extremadamente resistente no permitiera la penetración de meteoritos al centro del satélite. Incluso cráteres de 150 kilómetros de diámetro no superan en la Luna los 4 kilómetros de profundidad. Esta singularidad es inexplicable con las observaciones normales, donde se estima que deberían existir cráteres de por lo menos 50 kilómetros de profundidad.

4º misterio lunar: Los mares lunares

¿Cómo se formaron los llamados “mares lunares”? Estas gigantes extensiones de lava endurecida que parecen provenir del interior de la Luna se podrían explicar fácilmente en un planeta caliente con un interior líquido, que emerge cuando impacta un meteorito. Pero físicamente hubiera sido mucho más probable que la Luna, por su tamaño, haya sido siempre un cuerpo frío. Otro misterio es su distribución. ¿Por qué un 80% de los mares lunares se encuentran en el lado derecho de la Luna?

5º misterio lunar: Los mascones

La atracción gravitatoria sobre la superficie lunar no es homogénea. Este efecto ya había sido notado por la tripulación del vuelo Apolo VIII cuando sobrevolaban las zonas de los mares lunares. Mascones (proveniente de Mass Concentration), son sitios donde parece existir materia de mayor densidad, o bien, mayor cantidad de ésta. Este fenómeno esta relacionado íntimamente con los mares lunares, ubicándose los mascones debajo de estos.

6º misterio lunar: La asimetría geográfica

Un hecho bastante llamativo que aún no encuentra explicación es la asimetría geográfica de la superficie lunar. La famosa cara “oculta” de la luna posee muchos más cráteres, montañas y accidentes geográficos. Asimismo, como ya habíamos mencionado, la gran mayoría de los mares se encuentra del lado que podemos ver.

7º misterio lunar: La baja densidad de la Luna

Nuestro satélite posee el 60% de la densidad que la Tierra. Esto y varios estudios demuestran su inevitable oquedad. Aun más, varios científicos se han aventurado a postular que dicha oquedad es artificial. De hecho, según la disposición de las capas superficiales que se han logrado identificar, los científicos afirman que la Luna parece un planeta que fue formado “al revés”, lo que algunos utilizan como argumento del postulado del “vaciado artificial”.

8º misterio lunar: El origen

Tres fueron las teorías aceptadas convencionalmente para el origen lunar durante buena parte del siglo pasado. Actualmente, gran parte de la comunidad científica ha aceptado el origen artificial del planetoide selenita como una posibilidad no menos válida que las otras. Una de las teorías propone a la Luna como un desprendimiento de la Tierra. Pero las inmensas diferencias en cuanto a la naturaleza de ambos cuerpos hacen esta teoría casi insostenible. Otra posibilidad es que el cuerpo en cuestión se haya formado al mismo tiempo que la Tierra, de la misma nube de gas cósmico. Pero el razonamiento anterior es válido para esta misma propuesta, ya que ambos, la Tierra y la Luna, deberían tener composiciones al menos similares. La tercera teoría propone que en su viaje errante por el espacio, la Luna se topó con la atracción terrestre, la cual captó e hizo prisionera. El gran inconveniente de esta explicación reside en la órbita lunar, la cual es casi perfectamente circular y cíclica. De un fenómeno como éste (el de un satélite captado por un planeta) se espera una orbita muy excéntrica, o al menos algo elíptica.
La cuarta propuesta es la más increíble de todas, pero al menos podrían explicarse varias de las anomalías que presenta este astro, ya que al ser construido por seres dotados de inteligencia, la leyes físicas que la regulan no se aplicarían igual que para otros cuerpos celestes. Entonces cabe preguntarnos ¿Con qué fin podría haber sido construida la Luna de ser auténtica esta teoría? Existen, claro, varias explicaciones. Una de las más aceptadas actualmente dice que la Luna fue construida por una antigua humanidad, con la tecnología suficiente para llevar a cabo este descomunal proyecto, destinado principalmente a proveer luz nocturna.

Los misterios lunares propuestos por los científicos Vasín y Sherbakov son sólo algunas apreciaciones físicas reales de las anomalías que presenta la Luna. Existen además, muchos otros documentos fílmicos, fotográficos y estudios que ponen la piel de gallina a quienes se aventuran a pensar en la posibilidad de que nuestro satélite “natural”, no lo sea tanto.

Si no habéis tenido suficiente, ahí va otra teoría, esta vez, utilizando las matemáticas.

(Teoría de Typiko sobre el origen artificial de la luna)
EL NUMERO K

Si fuésemos arquitectos planetarios y diseñásemos planetas los datos que utilizaríamos serían: diámetro polar, excentricidad y masa. Con estos tres datos obtendríamos todos los demás: diámetro ecuatorial, superficie, volumen, etc.

Si trabajamos con diámetros polares y hacemos la Tierra 1 tanto en tamaño como en tiempo de rotación con respecto al Sol, la Luna mide K=0.2731±0.0001 y el tiempo de la Luna es casi 100K (27.3 días). Del tamaño de la Luna sale su tiempo, pero si hacemos 100/K obtenemos 366.1 que es casi el calendario solar en días siderales (el calendario solar en días siderales es el mismo que en días solares sumándole 1) lo que nos daría 365.1 para días solares. Es decir los dos calendarios, tanto solar como lunar son el mismo, uno procede de la función 100/K y el otro de 100K respectivamente.

La luna es la que mueve todo el agua del planeta y de los seres vivientes y es la responsable de los ciclos reproductivos (menstruación cada 27.3 días). El agua es líquida entre 0 y 100 grados y sólida entre 0 y -273.15 grados que es el cero absoluto, la mínima temperatura posible. Es decir el agua es líquida 100 grados y sólida 1000K grados. El origen del numero K está en el agua. El agua relaciona los números 100 y K.

Todo esto hace indiscutible el origen artificial de nuestro planeta y su satélite, así como que el origen de la vida fue provocado por una inteligencia que hizo la luna con el tamaño que tiene en honor al agua ya que sería la encargada de mover dicho líquido. Además los tiempos de translación del planeta y del satélite con respecto al tiempo de rotación terrestre también proceden del líquido vital.

Además si hacemos el tamaño de la luna con respecto al de la Tierra 0.2731 = X / Y²; y el tiempo de la luna con respecto al de la Tierra 27.32166 = X Y² si solucionamos el sistema de ecuaciones obtenemos X=2.7…. y Y=3.1…. que son los números e y pi, números de la inteligencia lógica y geométrica respectivamente con unos errores menores al 1% y corresponden a un sistema de encriptación de la inteligencia. (más información sobre el método en http://www.lakraoqlta.com.es/).
Todo esto hace indiscutible que fue una inteligencia con conocimientos científicos y matemáticos la que construyó el sistema dual Tierra-luna y la que provocó o sembró la vida en nuestro planeta.

Datos: Diámetro polar terrestre: 12713500 m
Diámetro polar lunar: 3472000 m
Relación luna/Tierra= 0.2731±0.0001
Periodo lunar: 27.32166 días
Periodo solar: 365.256 días solares (366.256 días siderales)

martes, 11 de septiembre de 2007

Armonía


Al atardecer, mira al horizonte

cierra los ojos y respira profundo,

oirás cómo tu alma

se sincroniza al todo-universo.


Sentirás la enorme paz de la Armonía con la Naturaleza

y en ese instante en tus mejillas

sus caricias, en forma de una suave y fresca brisa.



Tu espontánea sonrisa devolverá a este Mundo

del que formas parte atómica e indispensable,

el agradecimento de su existencia y por ende ,

de la tuya.

P.D. Este es un fragmento de el relato que estoy ultimando. Las bases del concurso al que lo presento me impiden publicarlo aquí, pero bueno, el fallo será en noviembre. Je, así que "please, stay tunned"!